APORTES HACIA UNA NUEVA VISIÓN DEL DUELO PERINATAL DESDE EL MODELO INTEGRATIVO.

Hoy nos convoca en forma urgente la necesidad de darle un lugar de reconocimiento a un dolor que fue sistemáticamente rechazado y excluido tanto de la sociedad como de la ciencia, del pensamiento científico y del discurso médico.

Dolor que no pudo ser reconocido tampoco por la psicología, ni por las disciplinas que acompañan a los trabajadores de la salud, tanto el personal sanitario como del conjunto de agentes de salud que portan los saberes y prácticas que acompañan a las materpaternidades, en las etapas preconcepcional, embarazo, parto, nacimiento, puerperio, lactancia, crianza y vínculo temprano.

Cuando irrumpe la muerte al inicio de la vida, no hay palabras, no existen palabras, es un dolor innombrable, no tiene forma de ser nombrado.

“Lo que no tiene nombre no existe y lo que no existe no tiene derechos.”

Nos convoca la necesidad de visibilizar cómo es vivenciado subjetivamente el duelo en una sociedad en que la muerte aún es un tema prohibido, ya que son duelos desautorizados, estigmatizados y condenados a vivir en aislamiento, en condiciones de marginación y exclusión social.

1) El duelo como un derecho humano universal.

El derecho a sentir y a expresar nuestro dolor. El duelo deviene de nuestra capacidad de amar y de sentir. Reivindicamos el ejercicio de un derecho humano universal, que es el derecho inalienable que debería tener cualquier ser humano de expresar su dolor de forma validada y acompañada socialmente.

“Todos los seres humanos tenemos derecho a ser recibidos y despedidos de este mundo de una manera digna y respetuosa”.

2)  La des-patologización del duelo perinatal.

El duelo no es ni un trastorno ni una enfermedad, no es un proceso patológico, el duelo es un proceso saludable, deviene de nuestra capacidad de amar y de sentir, sobre la cual recayó la prohibición de un paradigma ideológico valorativo de nuestro tiempo histórico.

Al ser desautorizado, lo que no puede ser reconocido, no puede ser procesado, es decir fracasa el proceso de elaboración de la experiencia. Cuando son pérdidas tempranas, se les niega la existencia a nuestros hijos, y si son pérdidas más avanzadas, también se nos niega el derecho al duelo.

3) Desde la perspectiva de género.

El dolor femenino históricamente fue asociado a la pérdida de control, ha sido vivido como una amenaza, quedó asociado a la locura. No ha sido ingenuo, ha sido una condena política, aleccionadora y represiva sobre el poder que tenemos las mujeres.

La locura femenina ha sido y es el resultado de todas las formas de violencias y vulneraciones ejercidas sobre las mujeres desde el paradigma hegemónico dominante patriarcal.

De aquí la necesidad de dignificar el dolor de las mujeres, de despatologizar el duelo, de otorgar derechos, el derecho al duelo, validar el derecho a sentir y a expresar nuestro dolor.

No estamos locas, no nos vamos a volver locas, necesitamos llorar, hablar, gritar, expresarnos por nuestro propio dolor y por todas las que no pudieron hacerlo.

4) Desde la prevención.

En el imaginario social el duelo viene después de la pérdida. Mi hipótesis es que cuando una mujer puede trabajar una primera pérdida gestacional perinatal, o las primeras pérdidas, baja la probabilidad, – no es garantía- pero puede bajar la probabilidad de futuras pérdidas gestacionales.

Enfocar en los duelos tempranamente desde la prevención, es anticipar sobre las muertes perinatales evitables.

5) Desde la inclusión/integración.

Todas las corrientes del duelo perinatal postulan que se finaliza el trabajo de duelo en la fase de la aceptación, es decir se trabaja para “despedir”. Sabemos por experiencia que una madre, ni un padre, ni las familias están en condiciones de despedir a un hijo. Y menos cuando la muerte irrumpe al inicio de la vida. Son duelos inadmisibles, inaceptables para las familias.

Hay una ley del psicoanálisis que dice que:  no se puede separar aquello que no ha estado unido primero.

Y cada hijo merece ser incluido y tener su lugar en la trama familiar. Merece que nos podamos detener para hacer el tiempo necesario para ese procesamiento de la experiencia, reconocer aquello que hemos sentido, nombrar a nuestros hijos, honrar sus cortas memorias.

Yo suelo decir trabajar en la “revinculación” de modo que esté vivo en el recuerdo y en nuestros corazones. De modo que, al evocarlos, sintamos su presencia en paz, de modo que ese vacío vaya dando lugar a la presencia simbólica, recuperando el lazo afectivo.

Como dice Bert Hellinger, “los lazos a nivel del alma son indisolubles.”

6) Desde la dimensión social/comunitaria y colectiva.

El duelo tiene que ser acompañado, es la condición de aislamiento lo que ha llevado a las mujeres a no poder tramitar el dolor, haberse tenido que esconder, llevarlo con la carga del estigma y la vergüenza. Debemos abrazar el dolor de las mujeres y de las familias.

Para que nadie más tenga que vivir su duelo en soledad. Y también para que los agentes sanitarios tengan la sensibilidad, el respeto, la empatía y dispongan de herramientas para abordar esta temática. Es necesario volver a las tribus, a brindar espacios de grupalidad, donde las mujeres, las parejas, las nuevas configuraciones familiares, puedan validar y compartir su dolor.

Se ha demostrado que el 80 % de la recuperación se logra gracias a estos dispositivos grupales. Antiguamente los duelos se hacían en comunidad, la dimensión del duelo debe ser comunitaria, justamente por los siglos de aislamiento, silenciamiento, y exclusión social.

7) Desde la dimensión política y espiritual.

El dolor como un campo de vulnerabilidad, si es validado, legitimado y acompañado, genera una transformación que da lugar a una potencia, un campo de fuerza emergente, puede abrir un nuevo campo de conciencia, si es canalizado a través de causas sociales, por el activismo, como fuerza colectiva se traduce en procesos de construcción histórico sociales.

Reivindicamos el Amor como Acción Política”.

8) La dimensión del Transgeneracional.

“Cuándo en una familia surge un buscador es porque esta encarna del deseo de todo el clan de salir de las repeticiones y lo conocido hacia adelante.”

Alejandro Jodorowsky

Todos venimos  de historias familiares,  secretos familiares y duelos interrumpidos de tiempos inmemoriales. En nuestra generación estamos sanando, todas las pérdidas, de nuestras madres, abuelas, de las dos ramas, y mucho más atrás aún.

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