¿Qué sucede cuando el terapeuta, o el profesional de la salud, acompañante en duelo parte del supuesto de que la madre se tiene que despedir de su hijo, en esa gestación que no ha llegado a término, en la muerte intraútero, o que ha fallecido luego del nacimiento.
Sucede que el concepto de duelo, en sí mismo por definición, implica el proceso de elaboración de una pérdida, conlleva el concepto de despedir al ser querido.
Qué sucede en los casos de duelo perinatal, cuando el que cubre el rol de acompañante sugiere a la madre, o se dirige a ella, al padre, a la familia, en términos de “despedida”.
En mi tarea, lo que observo con mayor frecuencia, es una enorme resistencia, que incluso muy pocas veces puede ser puesta en palabras, y luego interrumpen y abandonan los tratamientos, o procesos de acompañamiento.
Una de las cuestiones que se me plantean en los procesos de acompañamiento de los duelos perinatales, tiene que ver con el eje de la temporalidad, en ese tiempo de soltar, separar y despedir.
Hay una premisa en psicoanálisis que dice algo así como “no se puede separar aquello que no haya estado unido primero.”
Sabiendo que, por el tiempo gestacional, en todas las etapas del embarazo, más aún cuando más tempranas sean las pérdidas, no existió el tiempo suficiente para esa “unión”, esa “fusión inicial de la vida”.
Ese tiempo-espacio de nido del vientre materno ha sido tan breve, tan fugaz… Y si el hijo ha llegado a nacer, apenas han sido horas o días., pareciera que el tiempo no ha sido suficiente para completar esa “unión”.
Los relatos de las madres refieren en la mayoría de los casos que el tiempo no les ha permitido llegar a sentir y ni apropiarse de este registro primario de la experiencia: la simbiosis inicial de la vida.
Una de las claves para comprender la complejidad de estos duelos es la falta de tiempo.
La pregunta que se me presenta es cómo acompañar a una madre que ha perdido una gestación a despedirse… Cómo acompañar el proceso de despedirse, a despedirse de qué ? Si todavía no ha podido reconocer la vida de su hijo, no ha podido sentir un registro primario de la experiencia, absolutamente necesario previo al proceso de separación.
Una madre, a raíz de su duelo interrumpido tardío, me decía:
“No sé cómo despedir algo que siento que no tuve, que no pudo llegar a ser, que no fue, de lo cual no llegué a tomar conciencia, del cual no pude hablar, no pude llorar, ni me permití llegar a sentir…”
Se puede pensar en un tiempo biológico, en un tiempo psicológico, también podemos pensar en los tiempos del inconciente, y los tiempos de la conciencia. Podemos pensar en los tiempos de la sociedad, los de cada cultura, los tiempos de la medicina, tiempos desautorizados…
Pareciera que la temporalidad transcurre en diferentes dimensiones.
Les dejo estas reflexiones para seguir pensando…
Abierto, para seguir pensando… me resuenan todas esas madres que siguen añorando a sus hijos que han partido tan tempranamente, incluso por años y décadas…
Y siento que esa despedida quedó trunca, probablemente entre tanta complejidad, porque lo que ha faltado justamente es ese abrazo inicial de la vida.
Con estas preguntas y reflexiones invito a los colegas y acompañantes en duelo perinatal, a que permitan a estas madres el tiempo de reencuentro con sus hijos, que faciliten ese tiempo que faltó, que no fue suficiente, que revisemos del modo en que ayudemos a validar y legitimar la existencia de un vínculo, de un hijo, más allá del tiempo gestacional, y que NO forcemos la “despedida”.
Me atrevo a decir, que el corazón de una madre no termina nunca de despedir a un hijo.
Sepamos que tiene el derecho de anhelar el apego que no se logró, que necesite que se le ayude a validar su sentir, su maternidad existió, su hijo también… Lo que faltó fue inscribir ese registro primario de la experiencia en el vientre materno, donde no llegó en algunos casos a vivenciar un trabajo de parto, tenerlo en sus brazos, ni estrecharlo en su pecho…
Respetemos las posibilidades de cada mamá, no necesariamente son duelos patológicos, sepamos respetar el amor, ese anhelo entrañable…
Los conceptos de la ciencia, de la psicología, la medicina, de las distintas disciplinas que enfocan el duelo, y el duelo perinatal, resultan restrictivos para acotar, o reducir, lo que, en términos del alma humana, a mi modo de ver, no puede ser minimizado, ni recortado desde el concepto de “despedida”.
Todo un desafío por delante, en vez de “despedir” demos la posibilidad de acoger, de ayudar a completar ese tiempo de unión faltante, démosles ese espacio sagrado de nido, de reencuentro íntimo, volvamos sobre la matriz de gestación, sobre la díada más potente de la naturaleza: la relación madre/hijo, en este caso, madre hijo no-nacido, o nacido y fallecido.
Antes de inscribirse la muerte debemos ayudar a inscribir la vida…
Antes de ayudar a reconocer la muerte, debemos ayudar a reconocer la vida…
Todas reflexiones para seguir pensando…