Sabemos que una de las motivaciones más profundas de la condición humana sea la de procrear, de dar vida, la realización de trascendencia a través de los hijos, dejar nuestra huella a través de la descendencia. Motivación de procreación que se refleja en la necesidad de retribuir la vida, así como la hemos recibido. La vida se pasa a través de las generaciones, y debe continuar ese pasaje como parte de un balance de las leyes de la naturaleza y de la cultura.
Un deseo que ha dado en llamarse «voluntad procreacional» para las madres solteras por elección, identidades no binarias, y nuevas configuraciones familiares.
Un deseo que tiene sus raíces en una programación biológica de supervivencia de la especie, cómo el río sagrado de la vida busca manifestarse e imponerse generación tras generación.
El deseo de ser madre, el deseo de ser padre, el deseo de hijo, conlleva también “el deseo de armar una familia”, desde el ideal de familia, no sólo en tanto “mandato socio-cultural” sino desde lo “reparatorio” por el anhelo de sanar las heridas de la propia historia familiar.
El planeamiento de la creación de una familia, del deseo de procrear, ocurre psicológicamente mucho antes del evento físico de la concepción. Algunos necesitarán ayuda para concretar su sueño de convertirse en madres y/o padres. Todos con su propia historia personal, que impactará en cómo cada uno experimente las dificultades reproductivas, y los caminos posibles que atravesarán en el camino de la filiación.
“La infertilidad también es resultado de un sistema que supedita la vida a la lógica productivista y mercantil. Cuántas mujeres posponen su deseo de ser madres hasta conseguir una estabilidad económica y laboral que nunca llega. Una dinámica que puede tener consecuencias cuando intentamos quedarnos embarazadas después, pasados los 35 o los 40 años, cuando nuestra fertilidad disminuye, y esto puede dificultar lograr el embarazo.
La solución a los problemas de infertilidad no reside solamente en las técnicas de reproducción asistida; estas pueden ayudar en determinados momentos, pero no son la respuesta definitiva.
Lo que necesitamos son medidas políticas que aborden el problema de fondo, es decir, que acaben con la contaminación medioambiental, que permitan acceder a una vivienda digna, que pongan fin a la precariedad laboral y de vida, que aumenten las ayudas a la maternidad y la crianza.
La infertilidad es un problema político, sin personas fértiles, sin un planeta fértil, no hay vida posible».
Esther Vivas
No estás sola, no estás solo...
Hay un estigma social…
Es una carga muy pesada pero invisible…
Mezcla de deseo, mandato, instinto…
Deseamos visibilizar…
Toda la vida queda en suspenso…
Los duelos por tratamientos de fertilidad son los más desautorizados.
Son duelos intangibles dentro de una maratón de procedimientos.
La infertilidad afecta aproximadamente a 1 de cada 6 parejas. Tanto la infertilidad masculina como la femenina afectan a un 30% de las parejas. En el 20% de los casos se debe a un problema en ambos miembros de la pareja, mientas que otro 20% corresponde a una causa inexplicable que no puede ser identificada.
Sabemos que es una problemática que se extiende día a día…
Pedí ayuda, compartí con otras mujeres, sumate a los grupos de las redes sociales que comparten las mismas problemáticas.
No estás sola, no estás solo…
No es tu problema, es un problema social…
María Andrea García Medina