Mi nombre es Sabrina, mi hija Irupé falleció en mi vientre a las 26 semanas de gestación.
A pesar de que hayan pasado 5 años y tenga un camino recorrido respecto a lo trabajado sobre duelo gestacional y violencia obstétrica lamentablemente, de esos días no hay una sola estrofa que pueda modificar.
Desde que me dio positivo el test de embarazo, supe, intuí que “algo” no estaba bien, fue un embarazo deseado, esperado, proyectado.
Busqué por recomendación obstetras que abarquen el embarazo desde todos los aspectos, no solo desde lo biológico y fisiológico, decidí por una obstetra mujer que supuestamente coincidía con mi búsqueda.
Controles de rutina, ecografías, análisis, etc todo lo que conlleva el seguimiento de un embarazo, arrojaban un proceso totalmente normal. Nada coincidía con lo que yo sentía por dentro: “en mi terapia, a la cual llegue a ir 3 veces por semana, lo único que decía era ¡algo no está bien”, tanto el psicólogo, como la obstetra me decían que era normal que me sienta “así”, que es hormonal, que hay angustias, y mil cosas más.
Pasé 6 meses y medio sin entender que me pasaba. El lunes 23/02/2015 dejé de sentir los movimientos de Irupé, estuve todo el lunes acompañada por amigas y mi pareja, yo les decía que no la sentía, ellxs me daban respuestas que no me convencían.
Se hacen las 20 has más o menos me baño y decido ir al sanatorio más cerca de casa para quedarme tranquila, decidí ir sola. No le escuchan los latidos, me piden que me quede para hacerme una ecografía y advierten que tendría que haber ido al sanatorio donde atiende mi obstetra.
23:30 has ya con varixs familiares acompañando, el ecógrafo nos dice a mi compañero y a mi “no hay latidos”. Llamo a la obstetra llorando y recuerdo aún los gritos de ella diciendo ¡¿cómo, cómo, no puede serrrrr?!
Mi mente era un remolino de pensamientos, llame al psicólogo, no recuerdo que me dijo. Me llevan a la guardia del sanatorio donde sí atendía mi obstetra, me revisa un médico de guardia, vuelvo a escuchar el silencio que aturde…
00:15 llega la obstetra llorando, vuelve a buscar los latidos y otra vez el silencio.
Me dice, ahora la que importa sos vos, la bebé ya está, vas a parto natural, anda a tu casa descansa y volve mañana a las 8has a internarte en maternidad.
Nos comenta los riesgos que corría al ser un embarazo de tantos meses, que probablemente posterior al parto vaya a quirófano porque siempre queda algo, le dije ¡sácame a Irupé de la panza por favor!, yo quería, necesitaba cesárea, no creí que iba a poder sostener a mi hija muerta dentro mío.
Así sin más que obedecer me voy a casa, nadie decía nada, era una especie de velorio donde yo me sentía el ataúd.
Me interno a las 8am, me ven recién a las 14 hs, me ponen una vía, llega la obstetra, repite lo mismo para lxs que estábamos en la habitación, agregando que el parto podía tardar días, semanas en desencadenarse.
Me pone un óvulo en la vagina, me dice no te muevas ni vayas al baño por dos horas.
Se escuchan llantos de bebes por todos lados, mi habitación llena de personas que venían a acompañarnos, enfermeras que armaban la cama de al lado intentando poner a otra mujer con su bebe vivx en la misma habitación. Ahí fue una de las veces que recién pude decir: eso no!
Ese martes 24/02/2015 estuve todo el día recibiendo visitas, lo único que me dije fue: ¡Sabrina dedícate solamente a poder parirla! Siempre escuche como es parir a bebes vivxs, jamás como era parir a bebes muertxs, sabía que estaba sola en esto.
Sentía que se me ponía la panza dura y veía que se iba achicando, a las 22 has vuelve mi obstetra, me hace tacto se raspa los dedos y dice “esto este re verde” vuelve a colocarme otro ovulo con las mismas indicaciones que en el anterior.
A las 00 has le pido a mi amiga que llame a la guardia porque me dolía cada vez más, las mujeres que me acompañaban y ya habían sido mamás me decían que era obvio que duela porque eran contracciones de pre-parto, yo sabía que era algo más que eso.
Llega la médica de guardia vuelve a hacerme tacto y dice que tengo 1cm de dilatación y se va. Desde ese momento en adelante jamás paro el dolor, vomitaba, iba y venía al baño, cuando iba al inodoro pensaba “cambiate al bidet porque si sale se cae” …
El dolor se acentuaba más, para ese momento éramos, mi mamá, una amiga, mi pareja, yo e Iru. Les pedía que busquen a la médica de guardia quien nunca vino, les pedía que llamen a mi obstetra y decía que faltaba, que era obvio que dolía, así pasaban las horas…
Agarro el teléfono, juro que no sé cómo hice para llamarla, me atiende mi obstetra y le digo “me estoy muriendo, no puedo más” me responde “AGUANTA FLAQUITA SINO ASI NO ME VAS A SERVIR Y FALTA MUCHO TODAVIA”
En 10’ tenia a una residente obligándome a tomar un ansiolítico sublingual, con la poca voz que me quedaba le digo “me das esto y me sacas las pocas fuerzas que tengo, estoy tranquila, dame algo para el dolor de acá señalándome la panza” me contesta: son ordenes de tu obstetra.
3 am yendo al baño me toco la vagina y siento algo redondo, les digo: estoy pariendo, mi compañero me agarra de los brazos mi amiga de las piernas, me suben a la cama y siento nacer a Irupé, hoy sé que era ella, en ese momento no sabía que parte de mi cuerpo estaba expulsando…
Mi mama corre a la guardia, mi compañero llama a mi obstetra, la de la guardia me palma la cola y me dice: “levanta mamita” pone la chata debajo de mi cola, hace apenas una fricción sobre mi panza, y ahí llega mi obstetra, echa a todxs, se va con la chata y mi hija adentro.
Le pido a mi mamá que la siga, vuelven con Irupé envuelta en un ambo cortado color celeste, mientras la sostenía a mi hija en brazos la obstetra me ABRUMABA con preguntas sobre autopsia, desechos patológicos, acta de defunción, fecha de nacimiento mía, DNI…
No me dieron tiempo para estar con mi hija ni tampoco tiempo para quien la quiera conocer. Un día más internada a pedido mío, receta para cortar la leche y alta de internación. Todo lo que siguió, fue más violencia hasta el día de hoy.
Mi nombre es Sabrina, soy mamá de Irupé, nació el 25/02/2015 muerta y mamá de Agustín, nació el 28/11/2016 vivo.
Para mi familia y la sociedad sólo soy mamá de Agustín.
A mis hijxs, mi vida, para mis hijxs la lucha diaria para que las mamas que parimos hijxs muertos nunca más seamos violentadas y silenciadas.