Quienes son en la opinión pública los que manifiestan posturas tan rígidas, extremas, estereotipadas. Incluso con la total ausencia del sentido común…?
Siento que son todos aquellos que son espectadores, y que reciben la información por los medios de comunicación, como la televisión o el internet.
Siento la necesidad como trabajadora de la salud, manifestar como representante de mis colegas, compartir lo que nosotros vivimos cuando nos llega una mujer a la consulta. Ya sea en el hospital, en la sala del barrio, en los centros de salud y en el consultorio.
A nosotros nos llegan los casos reales, no los que trasmiten los medios de comunicación. Nos llegan, por ejemplo, mujeres de todas las edades, la mayor parte ya con hijos, sin trabajo remunerado fuera del hogar, o con trabajos precarizados con bajísima remuneración, víctimas de violencia de género. Con parejas disfuncionales, transitorias, varones con adicciones y alcoholismo. Si hubiera otros hijos llegan con todo tipo de problemáticas, discapacidades, trastornos en el desarrollo, desnutrición y abusos. Esa mujer llega en un estado de desesperación, en crisis, en una situación de conmoción, indefensión, desamparo, soledad y exclusión social.
También nos convoca el embarazo infantil, adolescente en contextos de pobreza, el embarazo en niñas y adolescentes discapacitadas… Son los casos de extrema vulnerabilidad, todo un capítulo habría que dedicarle al tema, inabarcable.
Cuando además nos refieren que fueron amenazadas para tener relaciones, que sus compañeros ofrecen resistencia en el uso de preservativos. Con problemáticas de abuso intrafamiliar. Donde además relatan los otros problemas de salud del resto de los niños, como desnutrición, violencia familiar, ausentismo escolar, retrasos madurativos, trabajo infantil, adicciones y conductas antisociales, por el ingreso temprano al mundo del delito por supervivencia.
Por otro lado, las chicas jóvenes de clase media trabajadora, con un embarazo adolescente inesperado, donde la presión se ejerce en los dos sentidos, o las obligan a tener esos hijos solas y sin recursos, o las obligan al aborto clandestino bajo amenazas con el riesgo de ser expulsadas del hogar familiar y de sufrir el abandono de sus parejas.
En medio de esta complejidad los trabajadores de salud recibimos a estas mujeres pidiendo ayuda… Qué es lo que podemos hacer en este sistema, sino replicar las distintas formas de violencia que reciben las mismas mujeres de su entorno, cuando nos piden llorando que no pueden tener este hijo, porque no pueden atender ni siquiera a los que están vivos…
Así son todos los días, en los centros asistenciales, porqué de esto tan poco se habla, del empobrecimiento y de la destrucción del tejido social. Es desde esta realidad argentina que tenemos que encontrar la regulación legal, para estas mujeres que no están en condiciones de afrontar una gestación, no mueran en un aborto clandestino.
Y como sociedad seguimos parloteando, llenándonos la boca, con la soberbia, los juicios de valor, las opiniones sin conocimiento, son estos casos de extrema vulnerabilidad, son a estas mujeres a las que tenemos que proteger, y lamentablemente cada vez son más.